Una consecuencia de tal incuria en la formación religiosa en nuestra Iglesia es la abundancia de
superstición y actitud retrógrada entre el personal que aún conserva cierta práctica religiosa católica,
las exageraciones en materia de latría e (hiper)dulía, que además de no tener un fundamento
evangélico, son en realidad una horterada. Por ejemplo la abundancia de santuarios en relación con
pretendidas apariciones marianas y las peregrinaciones a tales sitios: Guadalupe, Fátima… y no
faltan incluso personas que pretenden promover un quinto dogma mariano, tan descabellado como
los otros cuatro ya proclamados. El problema de todo eso es que muchas personas, cuando adquieren
cierto grado de madurez y perciben la mentecatez de tales devociones, pensando que la religión se
reduce a eso, que es lo único que conocen de ella, abandonan la Iglesia sin haber llegado a conocer
lo que verdaderamente interesa: el mensaje de Jesús de Nazaret y su proyecto liberador.
A MODO DE CONCLUSIÓN
El entrar a responder un cuestionario como este conduce a ocuparse de la problemática de la Iglesia
y buscar soluciones a esa problemática. En el texto del cuestionario el término “Iglesia” aparece 15
veces, y no hay ni una sola mención a Jesús de Nazaret. En el Vademecum que la Iglesia publica
para informar sobre el proceso sinodal se menciona 16 veces a Jesús y a la Iglesia 682 veces; está
claro que a los convocantes del Sínodo lo que les preocupa es la situación de la Iglesia, lo que le
ocurre a ella misma, no el progreso del plan de Jesús en el mundo. Al proyecto de Jesús casi no le
nombra como “Reino de Dios” (3 menciones); prefiere referirse a él como la misión de la Iglesia (58
menciones). Ese término de misión resulta bastante ambiguo en este contexto pues no especifica su
contenido; tan sólo una vez parece relacionarla con el “anuncio del Evangelio”, que también es
bastante ambiguo, pues puede entenderse que la misión del anuncio del Evangelio queda cumplida
con la predicación que se hace en los actos de culto.
P
ero
, ¿
es la Iglesia una Comunidad de los seguidores de Jesús de Nazaret? En los evangelios se narra
el pasaje del joven rico del que dice que guardaba los
m
anda
m
ientos pero no era digno de seguir a Jesús
por estar apegado a su riqueza. Con esa premisa de guardar los mandamientos y un cumplimiento
formal de los preceptos religiosos acerca del culto, sería aceptado como miembro de cualquier
iglesia cristiana, y en el caso de la nuestra, siendo rico como era, sería recibido con los brazos
abiertos en el
Opus Dei
. D
e la primera comunidad cristiana de Jerusalén, el libro de los Hechos de los
Apóstoles nos cuenta que sus miembros
se reunían y tenían todas las cosas en común. Vendían sus
posesiones y bienes, y los repartían a todos, a cada uno según su necesidad
. E
s decir, una práctica que no
podía asu
m
ir el joven rico antes
m
encionado, y que la Iglesia institucional sigue sin poder asu
m
ir.
O
tra
pista acerca del tipo de sociedad o
R
eino que Jesús propugnaba nos lo da el pasaje de la expulsión de los
mercaderes del Templo. Dejó claro lo que opinaba del dinero y de la función que éste tenía cuando
co
m
paró con una cueva de ladrones los sitios donde se negociaba, y cuando aseveró que
…
N
o se puede
servir a Dios y al dinero
. La razón de ser del cristianismo es promover una sociedad inspirada en las
Bienaventuranzas, con valores distintos a los del mercado.
¿Q
ué pasa con ese
m
ensaje de Jesús
? J
esús es un convocador, un
m
ovilizador, un revulsivo
…
vino
a cuestionar el sistema, a cambiar el mundo de base. Sabemos como acabó su osadía de enfrentarse
al sistema dominante. Y anunció a sus seguidores que se les perseguiría como le persiguieron a él y a
los profetas anteriores
. L
as iglesias que se dicen cristianas pero centran la religiosidad en cultos,
creencias, jerarquías sacerdotales, cumplimiento de prescripciones... pueden gozar del favor del
poder establecido, que incluso accede a subvencionarlas. En nuestro país sabemos lo generosamente
que el sistema dominante retribuye a la Iglesia por medio del privilegio de la inmatriculaciones. Pero
el seguimiento de Jesús de Nazaret, el compromiso con la realización de su proyecto del Reino de
Dios y su justicia es indigerible para los beneficiarios del sistema establecido. Nuestra participación
en la autoreforma que la Iglesia busca en el proceso sinodal debe partir de la percepción de Jesús de
Nazaret como un modelo a seguir, un referente de transformación social, un constante convocador a
actuar para implantar en el mundo el ideal mesiánico cuyo programa son las Bienaventuranzas, la
paternidad de Dios sobre todos los hombres, que los hace hermanos y por tanto iguales.